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Editorial


LA SIMULACIÓN:


Con un discurso que nos recordó al priismo más rancio, el delegado especial de Morena en Colima, Hirepan Maya, dio carpetazo al proceso interno de su partido motivado más por la urgencia de eludir los legítimos reclamos que por el interés de resarcir las heridas y sumar voluntades.

Proclives a imitar las viejas prácticas del sistema, la dirigencia morenista pasó por alto que después del garrotazo entraba en marcha la operación cicatriz, una misión que cubría dos propósitos esenciales: evitar el éxodo de los inconformes y legitimar lo más pronto posible a los ungidos.

El viejo manual dictaba que, cuando ya no había más espacios por repartir, se encontraba alguna utilidad proselitista a los cuadros marginados y eso redireccionaba sus expectativas, pero contrario a ello la dirigencia morenista recurre al pragmatismo para cambiar de página sin dejar resuelta una etapa crucial en su destino.

La realidad indica que muchos de sus actuales candidatos no llegan legitimados a la contienda constitucional y eso representa un verdadero obstáculo. Mientras la dirigencia se hace del delito, la candidata a la gubernatura tiene que detenerse a esclarecer un tema que en estricto sentido no le corresponde hacer.

Por lo demás, hay una enorme contradicción cuando, en afán de sentencia, el delegado expresa que quienes emigraron a otras fuerzas políticas demostraron un interés particular y no de partido. Lo que olvida el diputado Hirepan, es que la designación por cuotas obedece precisamente a eso: anteponer los intereses personales a los de toda una institución y en Morena, a lo mucho, fueron tres personas las que negociaron en la mesa el reparto de todas las posiciones, incluyendo las nada despreciable regidurías.

Después de tantos años de autoritarismo priista, a nadie asusta el hecho que un partido imponga a sus candidatos, pero el caso de Morena se estudia aparte porque ofreció a la sociedad un proceso (ya no se diga democrático) justo y transparente. El resultado es por todos conocido: una simulación que se les salió de las manos.




GANÓ POR DEFAULT:


Una prueba de que la reconciliación es un tema ausente en la agenda de Morena, fue la forma como escatimaron el triunfo de Griselda Martínez en los estudios de opinión. Hirepan Maya no quiso reconocerle méritos a la alcaldesa pese a que, en ambas encuestas [para la presidencia municipal y para la diputación federal] obtuvo una amplia ventaja respecto a quien terminó en la segunda posición.

Martínez resultó candidata porque Rosa María Bayardo le cedió su lugar fue lo que, en pocas palabras, obligaron decir al michoacano en una rueda de prensa diseñada para proteger la imagen de la diputada federal. Así lo dejó ver el texto en el que se presentó a la novel legisladora como la gran estadista que sacrificó su aspiración por preservar la unidad de partido. Según Maya, semanas antes de llevar a cabo la consulta para la presidencia de Manzanillo, la diputada Rosy pidió a la Comisión Nacional de Encuestas ser excluida como aspirante al cargo bajo condición de secreto. Pero la versión oficial de Morena deja tantos cabos sueltos que es insostenible ante los más elementales cuestionamientos y eso se debe principalmente a que el autor intelectual de este embrollo centró su atención en un solo escenario: cómo hacer creíble el gane de Bayardo para la Diputación Federal después de perder las menciones para gobernar la ciudad porteña. Decir que no fue evaluada significó la salida más fácil, pero al hacerlo evidenciaron la manipulación de resultados.

Si Griselda Martínez es hoy la candidata de Morena es porque la dirigencia no encontró elementos para frustrar su proyecto, como tampoco sus rivales obtuvieron el crecimiento necesario para descarrilarla.


CONTRA VIENTO Y MAREA:



La alcaldesa con licencia no tendrá un camino fácil para lograr su reelección, ya que no sólo compite contra todo lo que representa Jorge Luis Preciado sino contra el fuego amigo que busca una oportunidad de revancha. En anteriores entregas se habló sobre el supuesto acercamiento entre operadores del exsenador y la cúpula morenista. Se dijo también que el motivo del acercamiento era acordar una votación diferenciada solicitando como moneda de canje el ayuntamiento de Manzanillo.

El panista es un político hábil y seguramente identificó la vulnerabilidad ocasionada por el conflicto interno. Al final de todo no consiguió que la jerarquía morenista le quitara del camino a Doña Griselda pero eso no significa la cancelación de las pláticas.

A menos de que ocurra algo extraordinario, Morena se encamina a perder las votaciones en Colima, Villa de Álvarez, Coquimatlán y Minatitlán. No los ganó con López Obrador en la boleta, mucho menos ahora si se toma en cuenta la pésima selección de candidatos en esos municipios. Esta circunstancia hace todavía más codiciada la lucha por la ciudad porteña porque, de ganarla, el PRIAN estaría en condiciones de recuperar algo más importante que la administración municipal: el control de la policía.

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